Hay que cambiar el lente desde la niñez

Para poder pensar de manera interdisciplinaria y crear innovaciones revolucionarias o disruptivas como muchos les llaman, tenemos que cambiar el lente con que vemos las cosas. Y para ello muchos gurúes de la innovación sugieren que la clave para promover la innovación entre los niños es enseñarles a que se hagan las preguntas correctas. En lugar de pedirles que resuelvan un problema específico afirma tenemos que enseñarles a reformular el problema, y a partir de una pregunta mucho más amplia: ¿Cuál es nuestra meta final?.

En su libro The Solution Revolution (La Revolución de la Solución) los autores William D. Eggers y Paul Mc Millan dan un excelente ejemplo de cómo reformular la pregunta básica puede ayudarnos a ver las cosas de otra manera. Los autores dan el ejemplo de las escuelas. Si nos hacemos la pregunta: ¿Cómo mejorar nuestras escuelas?, estamos limitando nuestra mente a pensar en cómo mejorar nuestros sistemas escolares de edificios de ladrillos, aulas, pizarrones y pupitres. Pero si en lugar de hacernos la pregunta de esa forma la reenfocamos sobre nuestra meta final, y nos preguntamos cómo hacer para educar mejor a nuestros jóvenes y prepararlos para el mercado de trabajo del futuro, lograremos llegar a soluciones mucho más creativas, afirman.

“Esta última pregunta abre toda una gama de posibilidades que pueden o no incluir a la educación tal como la conocemos tradicionalmente”, señalan los autores, agregando que la segunda pregunta nos lleva a contemplar posibilidades como la educación a distancia, o las “clases al revés” que popularizó Salman Khan. «Si uno piensa sobre cómo resolver un problema en términos de las soluciones existentes está limitando las potenciales soluciones a un statu quo defectuoso.”

Lo mismo ocurre en todos los órdenes de la vida. Si una empresa se pregunta cómo vender más, está limitando su esfera de pensamiento a cómo mejorar los productos que fabrica, agilizar sus redes de distribución, o mejorar sus estrategias de mercadotecnia. Pero, en cambio, si se preguntará cómo aumentar sus ingresos y contribuir más a la sociedad, podría ampliar prácticamente su campo visual encontrar nuevos productos o servicios que jamás había contemplado. De la misma forma, si como personas nos limitamos a preguntarnos cómo podemos hacer para progresar en nuestros empleos, nos estamos limitando a una esfera de posibilidades reducidas. Quizás, deberíamos preguntarnos:  ¿Qué puedo hacer para satisfacer mis necesidades económicas, mejorar mi calidad de vida y ser más feliz?.

Otra forma de cambiar el lente con que vemos las cosas, sugerido por Luke Williams en su libro Disrupt (Desorganizar), es remplazar y nuestra hipótesis de trabajo por una afirmación intencionalmente disparatada. Para lograrlo, Williams sugiere poner patas para arriba o negar de plano la hipótesis con la que estamos trabajando. Por ejemplo, en el caso de la pregunta sobre cómo mejorar nuestras escuelas, con edificios de ladrillo, aulas, pizarrones y pupitres, Williams sugiere que nos preguntemos: ¿Qué pasaría si tratáramos educar a nuestros hijos sin ninguno de estos elementos?.  Al igual que cuando reformulamos la pregunta enfocándonos en cuál es nuestra meta final, poner una pregunta tradicional patas para arriba nos puede abrir los ojos a soluciones revolucionarias, afirma. Cualquiera que sea la fórmula, lo cierto es que una de las claves para crear una cultura de innovación es -como las pruebas de visión cuando vamos al oculista-  cambiar el lente con el que miramos las cosas. En las escuelas, en las empresas, los gobiernos, deberíamos incluir una rutina de estimular el análisis de los problemas desde varios ángulos, mediante el planteo de diferentes preguntas. Muchas veces, el secreto no está en la respuesta, sino en la pregunta.

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Tomado del libro ¡Crear o morir! La esperanza de América Latina y las cinco claves de la innovación de Andres Oppenheimer.

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